CAMILO HUÉSCAR.
Villanueva de la Fuente, Ciudad Real, 1976.
Han pasado ya 16 años desde que tomé las acuarelas para intentar representar
espacios y momentos de la ciudad a la que acababa de llegar,sin saber que tanto
Córdoba como las acuarelas marcarían mi vida todos estos años pasados, y segu-
ramente los futuros.
Mi decisión por la acuarela en aquel momento fué ante todo por pura práctica y co-
modidad, pero mi desarrollo como pintor ha sido y es indisoluble de los encuentros
y desencuentros con mi propio lenguaje plástico, y es cada vez más la acuarela el
medio que me ofrece esos rasgos con los que jugar a descubrirme sin límites.
Los que hemos trabajado la acuarela conocemos de sobra esa emoción tensa
y lúcida, que es ya un estado de ánimo en sí y en el que la alerta, la intuición y
la razón, suceden simultáneamente, con cierta intensidad. El objetivo no solo es
representar algo, ya que la verdadera protagonista debe ser la acuarela.
La acuarela nos seduce desde su sencillez, una simple pincelada, o una aguada,
no son simples y calculados espacios de color. Hay algo mas, que está por encima
de nuestra intención, y que debemos saber aprovechar.
La mancha no finaliza cuando separamos el pincel del soporte, hay un tiempo des-
pués durante el cual el pigmento flota a merced del agua, hasta que ésta desapa-
rece. Tal vez esa sea la clave, la huella del agua, que aporta naturalidad y frescura
a nuestra intención.
Hablar pues de nuevas técnicas es un reto tan interesante como complicado, gra-
cias a esta Bienal, nuestras pequeñas aportaciones convergen para, entre todos,
abrir nuevos horizontes.
ARTISTA
INVITADO
